CRÓNICAS
Madrigal y la Utopía de la Paz
Por: Jonathan Centeno, Gabriela Cifuentes, Adolfo López
El corregimiento de Madrigal es el corazón de la cordillera de Nariño”, estas bellas palabras, las escuchamos en medio de un encuentro de líderes y lideresas del Suroccidente Colombiano que planearon encontrarse después de la “semana santa” del 2025, en la casa de la cultura de este corregimiento, con el objetivo de compartir sus realidades, sus experiencias de trabajo y quizás, coordinar acciones, sobre todo, en territorios que han sido abandonados históricamente por el Estado y donde la violencia no ha dejado de tocarles las puertas.
A pesar de las circunstancias, la vida cotidiana transcurre muy parecida a la de gran parte de los corregimientos de la parte alta del municipio de Policarpa y otros municipios de la cordillera de Nariño: por la mañana, la gente sale a trabajar en las fincas y en la tarde, se reúnen algunos vecinos que se encuentran en los negocios o en el parque principal donde entrenan varios deportes niños, niñas y, principalmente, se encuentran los jóvenes y adultos a jugar voleibol, incluso, también los fines de semana realizan apuestas de montos importantes de dinero.

Este territorio, ha sido azotado históricamente por la violencia, durante la colonización, los españoles nombraron la zona a la orilla del río, donde queda actualmente Ejido, como Madrigal de las Torres Blancas, en honor al lugar donde nació la reina Isabel “La católica” y luego, sugirieron moverlo hacia un lugar con mejores condiciones para vivir. La zona, fue habitada por los pueblos Chapanchincas y Sindaguas, quienes fueron objeto de ataques por parte de los españoles, y que su codicia los encaminó a pretender apoderarse del oro que había en el territorio, generando resistencias y unidad entre los pueblos hasta expulsarlos. Madrigal, después de ser parte del municipio del Rosario, hoy pertenece al municipio de Policarpa y contrario a lo que hicieron los españoles, fue bautizado en honor a Policarpa Salavarrieta: heroína colombiana en el proceso de independencia.

Durante los últimos 40 años, la comunidad y el territorio ha sido un botín de guerra. En la década de los 80’ agudizado por la intención de construir una represa en el río Patía que generó una tensión fuerte entre la guerrilla de las FARCE EP y, las comunidades del territorio con las comunidades de San Roque, quienes habían sido convencidas, por parte de los empresarios, para que apoyaran la construcción de una represa en el Patía que supuestamente les traería beneficios. Pese a esta tensión, la presencia del grupo guerrillero se consolidó hasta inicios del siglo XX, cuando se desarrolló una incursión organizada entre militares y paramilitares en el año 2003, en cabeza del “Bloque Libertadores del Sur” quienes lograron desplazar 3 años después, a la guerrilla hacia el piedemonte costero del departamento de Nariño.
Durante los últimos 40 años, la comunidad y el territorio ha sido un botín de guerra. En la década de los 80’ agudizado por la intención de construir una represa en el río Patía que generó una tensión fuerte entre la guerrilla de las FARCE EP y, las comunidades del territorio con las comunidades de San Roque, quienes habían sido convencidas, por parte de los empresarios, para que apoyaran la construcción de una represa en el Patía que supuestamente les traería beneficios. Pese a esta tensión, la presencia del grupo guerrillero se consolidó hasta inicios del siglo XX, cuando se desarrolló una incursión organizada entre militares y paramilitares en el año 2003, en cabeza del “Bloque Libertadores del Sur” quienes lograron desplazar 3 años después, a la guerrilla hacia el piedemonte costero del departamento de Nariño.

Durante el año 2006 se desarrolló una movilización de miles de campesinos y comunidades negras, de la cordillera de Nariño, contra la aspersión aérea con glifosato, a pesar de no existir un registro oficial, se
habla del asesinato de más de 50 personas, la mayoría de la Subregión Sanabria y Maguí Payán, quienes salieron indocumentados al proceso de movilización.
En este mismo año, los paramilitares participaron de un proceso de desmovilización ficticio en el marco del gobierno de Álvaro Uribe, entregaron armas viejas en el Tablón Panamericana, mientras dejaron guardado su verdadero arsenal de armas en varias habitaciones de un hotel en la cabecera de Policarpa. Posteriormente, se devolvieron a la zona y se transformaron en la organización paramilitar “Nueva generación”, entrando en una nueva etapa de control paramilitar donde algunas organizaciones se transformaban o combatían entre ellas, mientras que las comunidades sufrían bajo el terror que ejercían los Rastrojos, Urabeños, Rondas Campesinas, Norteños y Águilas Negras (en acción directa con el ejército). Sobreponiéndose en esta guerra los Rastrojos hasta el año 2011, cuando se juntaron tres organizaciones comandadas por miembros del territorio y decidieron combatirlos hasta expulsarlos. No obstante, previo al proceso de Paz entre el Estado Colombiano y FARC EP, hubo tensiones entre ellos que desencadenaron asesinatos, debilitamiento de su control y algunos salieron hacia otros lugares. Como parte del proceso de Paz, entre el Estado Colombiano y las FARC_EP y por ser un territorio que hace décadas no ha vivido un momento de paz, como lo cuentan algunos de sus habitantes, apareció una luz de esperanza cuando en el 2017, llegan las instituciones junto a la delegación de firmante de Paz , para instalar la Zona veredal “La Paloma” en la vereda Betania – corregimiento de madrigal. Se desbordo el entusiasmo porque “tomaron medidas y se hicieron planes” sobre todo lo que se transformaría en el territorio. No obstante, se desconocía lo que estaba por suceder, puesto que el grupo de firmantes que llego, ya había sufrido una pequeña ruptura entre sus integrantes., situación que no paro, hasta quedar un grupo reducido y en peligro, por el acecho de un grupo armado que anunciaba su ingreso a la zona. La falta de garantías por parte del Estado, hicieron que los reincorporados restantes se fueran del territorio en noviembre del 2017 y tan solo 5 días después, la zozobra nuevamente se tomó madrigales con la llegada de “Matamba”, quien el 2 de diciembre de 2017 llamo a los líderes a ponerles cinco condiciones si querían seguir con vida y viviendo en el territorio: No hablar de prostitución infantil, sustitución de cultivos, reclutamiento forzado, exigieron presencia de ellos en las reuniones y prohibieron hablar de ellos.
Según uno de sus líderes más representativos, fue una época de “Pan y Circo”, donde prevaleció la imposición de la cultura “traqueta” por medio de los conciertos y el licor como medio para tapar las atrocidades y la imposición a las comunidades. Como ocurrió en otras ocasiones, ahora el turno de la salida fue nuevamente para los paramilitares, que fueron desterrados, en agosto del año 2020, por quienes hacen presencia actualmente en el territorio: la estructura Franco Benavides, auto reconocida como pertenecientes a la continuación de las FARC-EP o como las denominan también algunas personas “Las Disidencias”.
A inicios del año 2024 y en medio de la crisis y finalización de los diálogos entre el gobierno actual y el Estado Mayor Central de las FARC-EP, hubo un nuevo intento por expulsar a esta organización de la cordillera por medio de una alianza entre grupos auto denominados como paramilitares y guerrillas; aunque sin resultados positivos para ellos. Y como siempre, el miedo y los señalamientos se los lleva la comunidad.


Entre el 2 y el 13 de junio del 2024 se vivió otro episodio de terror en la comunidad, con el ingreso de tropas especiales del ejército y la policía a la zona, se generaron crueles enfrentamientos armados que desencadenaron infracciones al Derecho Internacional Humanitario por parte de los armados legales e ilegales ocasionando el desplazamiento de la mayoría de los habitantes del municipio durante algunos días. Nuestro último paso por el territorio, se realizó el 21 de Abril de 2025, logramos dialogar con liderazgos y habitantes de la zona en medio de una nueva circunstancias que los tiene en vilo; la intensificación de las acciones armadas contra la estructura EMC FARC-EP y su máximo comandante, que ha generado una respuesta de sus estructuras en diferentes regiones del país; siendo la más crítica: el suroccidente colombiano, donde esta organización ha distribuido un comunicado donde responsabiliza al Estado por las afectaciones a la población civil que se han generado sus acciones defensivas y hace “recomendaciones” para que se mantengan lejos de sus objetivos.
Nos surgen algunos interrogantes ante las circunstancias que nos encontramos: ¿Cómo atender estas recomendaciones? Si la estación de policía queda en el parque principal y el comercio se ve afectado hace mucho tiempo porque hay horarios donde se restringe el paso por sus negocios. ¿Cómo avanzar en la transformación territorial?, ¿Cómo des escalar las confrontaciones entre grupos armados? ¿Cómo reconstruir confianza entre la institucionalidad y la comunidad ? ¿Cómo avanzar hacia la construcción de la Paz con justicia social? Si como dice la comunidad: “cuando hay paz no se compra nada, cuando hay guerra se compra todo”.
Sí, si hay repuestas y caminos, si solo se detuvieran a escuchar a la comunidad y construir soluciones con base en sus experiencias.
